jueves, 9 de febrero de 2012

Un ángel impuro, de Henning Mankell (Tusquets)


En 2002, bajo el entarimado medio podrido de una habitación del antaño lujoso
Africa Hotel, en la ciudad mozambiqueña de Beira, un hombre encuentra un viejo cuaderno; en la tapa lee un nombre y una fecha: «Hanna Lundmark, 1905», pero el cuaderno está escrito en una lengua que desconoce. En 1904, casi un siglo antes de ese extraño hallazgo, una mujer del interior de Suecia desea para su primogénita, Hanna, una vida mejor, y decide enviarla a casa de unos parientes que viven en la costa. Comienzan entonces las peripecias de esa joven valerosa cuyos pasos la llevan a enrolarse como cocinera en un barco que parte rumbo a Australia. Sin embargo, antes de llegar a su destino, Hanna desembarcará en Lourenço Marques (antiguo nombre de Maputo) y, enferma, recalará en O Paraiso, el burdel más famoso de la región. Poco sospecha que acabará regentando el prostíbulo, poblado por seres variopintos como su propietario, el senhor Vaz, el despiadado bóer Fredrik Prinsloo, mujeres como Felicia o Belinda Bonita, o el chimpancé Carlos.
«A comienzos del siglo xx sucedió un hecho extraño en el continente africano. Apareció una mujer sueca, como salida de la nada, y quedó constancia de ella como dueña del burdel más grande de la capital de la colonia portuguesa de Mozambique. Años después, esa mujer desapareció sin dejar rastro. A partir de lo poco que se sabe de ella he escrito este libro, aportando el contexto histórico. La he descrito tal y como yo la veo, en una época en que no podía cuestionarse el colonialismo ni la superioridad de la raza blanca, y menos aún vencerlos. Una época, asimismo, en que la suerte que corría una mujer durante su vida —sobre todo si era una mujer negra— era un auténtico infierno. En el burdel se enfrentan el poder y la impotencia; allí la pasión es una mercancía. Pero también es un lugar donde las vidas se entrelazan, y que me ha inspirado una historia como ninguna otra de las que he llegado a escribir.»
Henning Mankell.

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