lunes, 21 de noviembre de 2011

Alejandro M. Gallo en la Librería Zifar

 El próximo jueves, 24 de noviembre, recibimos en nuestra casa al escritor Alejandro M. Gallo, que nos hablará de sus dos recientes publicaciones, "Asesinato en el Kremlin", recientemente galardonada con el premio Francisco García Pavón de novela policial, y "Seis meses con el comisario Gorgonio", donde se reúnen varios relatos de un peculiar (peculiar es decir poco) inspector de policía. Será a partir de las siete y media de la tarde.
 Os esperamos.


  En el invierno de 1934, un crimen conmociona al Soviet de Leningrado: el asesinato de Serguéi Kirov, destacado dirigente del Partido Comunista y estrecho colaborador de Stalin. Igor Litonev, joven comandante de la Milicia, emprende una investigación para esclarecer un crimen teñido de sombras. Partiendo de un hecho real, que marcó el inicio de la era más dura del stalinismo, Alejandro M. Gallo ha escrito una novela donde personajes reales se mezclan con otros de ficción para ofrecer un relato de ritmo trepidante, en la que la intriga por descubrir la autoría del asesinato no decae un sólo momento y el lector es atrapado por la acción hasta las últimas líneas. Escrita con un lenguaje directo, profusión de diálogos y un escrupuloso respeto por la memoria histórica, Asesinato en el Kremlin ha obtenido el XIV Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policíaca. Consumado autor de novela negra, género en el que ya ha cosechado varios éxitos, la prensa ha destacado el talento literario de Gallo. El País: «Un Leonardo da Vinci del crimen». Interviú: «Sus pasajes tan realistas hieren como cuchillos». Público: «La literatura española necesitaba alguien que escribiese este tipo de novelas». 


  Para adentrarse en estas camisas de once varas que son el humor, 
Alejandro Gallo ha elegido a un personaje que va como anillo al dedo: el comisario Gorgonio,  cómico a su pesar, una de esas personas que provoca la simpatía y la hilaridad allá por donde va, aun sin él quererlo ni pretenderlo. El inspector Ramalho da Costa -otra de las criaturas literarias de Gallo- describe a Gorgonio como "un individuo grueso de cabello escaso y revuelto, cejas anchas, gabardina beige arrugada, traje gris con la raya del pantalón torcida y el nudo de la corbata ladeado", y el viejo policía que protagoniza este libro se describe a sí mismo como "un dinosaurio que ya no comprende ni quiere comprender el mundo en el que vivimos". Por cierto, que perdió la pistola, y ni él mismo sabe cuántos años han pasado de aquello.

Este es el libro para nuestro club de lectura de este mes.

Juliet, desnuda - Ed. Anagrama.


Annie y Duncan están cerca de la cuarentena y son una pareja de hecho desde hace quince años. Viven en una pe­queña ciudad de la costa de Inglaterra, un lugar gris don­de antes veraneaba la clase obrera. Ambos son funciona­rios, llevan una vida tranquila de pequeños placeres, y parecen hechos el uno para el otro. Pero están en la fron­tera de la temida adultez, y a Annie le inquieta ese paso del tiempo sin pasión ni emoción en el que parecen hun­didos, la juventud que se acaba sin propuestas de futuro, y sobre todo, sin hijos. Porque toda la pasión de Duncan se concentra en Tucker Crowe, un músico americano que tras un espléndido álbum, Juliet, desapareció para siem­pre y vive recluido no se sabe dónde. Pero Annie, Duncan y el reaparecido Tucker comienzan a cruzarse por los ca­minos de internet, y también a encontrarse en la realidad más real, descubriendo que la vida nos da sorpresas y que todo, aun en el límite de la madurez, puede cambiar. «Nada más y nada menos que una novela sobre el des­pertar de sentimientos dormidos, sobre vidas pequeñas que crecen, y el papel que el arte juega en este proceso.




Cuadernos de Hiroshima - Ed. Anagrama.

Cuadernos de Hiroshima - Ed. Anagrama.

 En agosto de 1963, el autor se dirigió a Hiroshima para hacer un reportaje sobre la novena conferencia mundial contra las armas nucleares. Oé se interesó de inmediato por los testimonios de los olvidados del 6 de agosto de 1945: ancianos condenados a la soledad, mujeres desfiguradas y, sobre todo, los médicos que luchaban contra los efectos tóxicos de la radiación. Oé vio en su heroísmo cotidiano, en su rechazo a sucumbir a la tentación del suicidio, la imagen misma de la dignidad. ¿Cómo otorgar sentido a una vida destruida? ¿Qué nos ha quedado de la catástrofe nuclear? ¿Quién podrá acabar con aquella parte de Hiroshima que todos llevamos dentro? Oé no da respuesta a ninguna de estas preguntas. Él sólo se interroga, y nos interroga. Y es así como su «reportaje» adquiere la dimensión de un tratado de humanismo de alcance universal.