martes, 30 de marzo de 2010

Reflexión

Como cada dos de abril nos preparamos para celebrar el día del libro infantil y juvenil. Ya sabéis que, excusado por el aniversario del nacimiento de Hans Christian Andersen, el sector "se vuelca" en promocionar los libros para los más pequeños con numerosas actividades y campañas de marketing. Sin embargo, en nuestro corazón se genera la intuición, vaga y huidiza como todas, de que algo se nos escapa, de que podemos hacerlo mejor. Las animaciones a la lectura están fenomenalmente extendidas, los cuentacuentos son fantásticos, las mochilas viajeras, las ferias internacionales, la labor de las bibliotecas municipales y diversos profesionales que dominan los fondos como nadie. Y aun así, la sensación de que podemos perdernos en el instrumento y desviar la mirada del fin último nos persigue como una pegajosa pesadilla de verano. Nosotros no somos pedagogos o profesores, ni editores, ni ilustradores, ni autores. Somos simplemente libreros, lectores y padres. Y les aseguramos, desde nuestra humilde y corta experiencia, que no existe un momento más mágico en el día como ese en el que un libro te escoge; y ese ancestral hechizo entre libro y lector crece de manera exponencial cuanto más pequeño eres y tu cabeza y tu gusto están libres de los prejuicios que da la edad.
 Por eso en este día dos de abril, o cualquier otro día, o todos los días cojan a su hijo de la mano y llévenlo a un librería, o a una biblioteca, o al kiosko de la esquina y dejen que toque, que huela, que trastee. Luego el libro vendrá y les escogerá. Cómprenlo o no, no siempre es necesario.


1 comentario:

carolina dijo...

Me encanta esta entrada
Gracias